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Mostrando entradas de 2017

¿La corrupción es inherente al humano o al estado?

Si la frase de Yunda , de que la corrupción es inherente al ser humano y que hay que seguir luchando, te indignó, espero que haya sido por las razones correctas. Más allá de la antipatía que se pueda llegar a tener por el personaje, la frase desnuda un sentir muy arraigado en nuestra sociedad. Yo quisiera dejar en claro que si bien la corrupción es un mal terrible, más terrible es que no nos demos cuenta de que estamos intentando “corregir” un sistema que está diseñado para que funcionen las palancas. Para esto, necesitamos romper algunos mitos, o mejor dicho, paradigmas que escucho repetir de tanto en tanto. Con X millones que se robaron se hubiesen pagado X años de tu sueldo En verdad esta frase, vendedora, sirve para encender el coraje del interlocutor. Pero también infunde, desde mi perspectiva una premisa irreal. Tengámoslo claro, los dineros gastados en coimas y sobreprecios, no van a ir a dar a tu bolsillo mágicamente. No funciona así. Lo que te están quitando ...

Diez años de insomnio

"Para dormir, lo único que hace falta es sueño " Manuel Díaz Cervera El último día que durmió bien, se volvió tan lejano, que parecía inexistente.  Cada amanecer lo recibía con espanto.  El sol no lo saludaba, sino que se burlaba de él y de los que esperan sin esperarlo. Y de primera, a vestirse, sin ganas, comer, sin ganas, hablar, sin ganas.  Solo quedaba la obra, el legado, la historia. El sacrificio. Pero el sueño, era el único domador de su ira. Y ahora, el domador, se había ido lejos. Entonces la ira se hacía carne en él, porque el resto sí dormía, con ganas, comía, con ganas y vivían sus vidas, con ganas. Y la ira es mala, pero es testaruda. La ira empuja. De mala gana, pero empuja. Así que luego entraba la vanidad a decir que no duerme por trabajar, que no duerme por ustedes, por nosotros. No lo vio venir. Los piropos a su falta de sueño, eran más grandes que sus preocupaciones.  Era el hombre perfecto, el que no se despegaba de su trabajo, ...

El día que intentamos vivir

La música de Soundgarden me llegó, de golpe, escondida en un casette de rap, y se instaló en mi vida sin preguntar. Era como un animal que quería ser domado. Se dejaron etiquetar, como hicieron tantos en esa época, para llegar más lejos, pero decían tantas cosas, que a uno ya no le interesaba qué tipo de música era, solo quería dejarse hipnotizar. Uno, temerario, usaba el tiempo en conectar la guitarra y tocar (o intentar tocar) al unísono de estos monstruos. Y así, dejarse hacer discípulo, atreverse. Aprender. En ese universo, la guitarra es más que una guitarra, y lo mismo con los demás instrumentos. Era darse cuenta de la cantidad de colores que había para usar, y de repente uno sentía una orquesta en las manos. Y la voz iracunda. Era de fuego. Ese mismo fuego que aparece de manera obsesiva en sus visuales, contrapuesto al agua de Nirvana. No sé bien hacia dónde llevan esos caminos, solo los describo, pero, en todo caso, no creo que importe. Porque quizás, Chris Cornel...