Ir al contenido principal

El día que intentamos vivir




La música de Soundgarden me llegó, de golpe, escondida en un casette de rap, y se instaló en mi vida sin preguntar. Era como un animal que quería ser domado.

Se dejaron etiquetar, como hicieron tantos en esa época, para llegar más lejos, pero decían tantas cosas, que a uno ya no le interesaba qué tipo de música era, solo quería dejarse hipnotizar.

Uno, temerario, usaba el tiempo en conectar la guitarra y tocar (o intentar tocar) al unísono de estos monstruos. Y así, dejarse hacer discípulo, atreverse. Aprender. En ese universo, la guitarra es más que una guitarra, y lo mismo con los demás instrumentos. Era darse cuenta de la cantidad de colores que había para usar, y de repente uno sentía una orquesta en las manos.

Y la voz iracunda. Era de fuego. Ese mismo fuego que aparece de manera obsesiva en sus visuales, contrapuesto al agua de Nirvana. No sé bien hacia dónde llevan esos caminos, solo los describo, pero, en todo caso, no creo que importe.

Porque quizás, Chris Cornell no hizo música para transportarte a algún lado, sino para que te dejes llevar. Para que disfrutes del camino. Y a mí no me quedan palabras para agradecérselo. Solo desear que sigamos escuchándolo.

Esta no fue una crónica. Tampoco un homenaje. Estas son palabras rebeldes, impropias, herejes. Palabras que te sacan de la corriente. Porque hoy, mañana y pasado va a llover tinta repitiendo "rockstar", "suicidio", "grunge" y por otro lado, una muralla de bits gritando "posers", "noveleros", "que se muera tal".

Y no. ¡Puta madre, no!

Y lo digo con la autoridad que me da el no saber nada personal sobre Chris Cornell. No sé si era casado, si tenía hijos, dónde vivió, ni si le gustaban los gatos.

Solo sé que Chris Cornell nos cantó sobre levantarse todos los días y tratar.

Y también sobre que hay días en que no es posible.


Entradas populares de este blog

Capitalismo, innovación y libertad. El resto es cuento

Desde hace un buen tiempo me he topado con varios comentarios haciendo mención a cualquiera de los conceptos del título de manera sesgada y tratando de separar cosas que, evidentemente, no son lo mismo, pero que creo que en conjunto son conceptos poderosos.  Hay una concepción errada del capitalismo como un afán de acumular bienes sin ningún otro motivo que la acumulación en sí misma. Yo diría que el capitalismo ha demostrado ser en su esencia la generación de riqueza con impacto.  El éxito o fracaso de un individuo en este sistema no debería medirse solo por sus activos, sino por el impacto que genera en la creación de valor y bienestar a través de la creatividad y la competencia. Es necesario también tener claro que la riqueza como tal no es solamente el dinero o activos sino es la capacidad de crear bienes y servicios que mejoran la vida de las personas. Por dar un ejemplo, empresas como Tesla, Amazon o OpenAI no son valiosas solo por sus activos (que sí los tienen), sino p...

Si votaran los toros

  Si votaran los toros, seguramente tendrían que estar bien apadrinados, porque como minoría electoral, no tendrían ni la más mínima posibilidad frente a la dictadura de las masas que se ha acurrucado en el Ecuador.  A no ser que, quienes manejan al voto popular, concuerden con ellos o les interese que la posición de los bueyes sea la ganadora. Pero los toros no votan, y nosotros, los que votamos ( obligados ), somos quienes tenemos la responsabilidad de bajarles el pulgar o de aplicar el perdón a estos animales.  O por lo menos eso es lo que parece decir la siguiente pregunta del proyecto de  Consulta para este 2011: 3.- Con la finalidad de evitar la muerte de un animal por simple diversión,  ¿Está usted de acuerdo en prohibir, en su respectiva jurisdicción cantonal, los espectáculos públicos donde se mate animales? Así a quemarropa, hasta la pregunta es necia.  SI, que se prohíban las corridas de todo.  Especialmente las corridas que no me gusta...

Murió Alberto

Fue una de esas tardes frías y tristes. De esas que disfruto, porque tienden al silencio. Esta vez, venía acompañada de una mala noticia.  Se murió Juan Gabriel.  Y dentro de todo, no dejo de pensar que me suena bien, en este caso, decir "se murió". Suena como que fue una decisión. Que fue él quien tuvo ganas de irse. Y que, aunque le da pena, como pasa en sus canciones, igual se fue. No sé cuál de las leyes de la genética puede explicar este lazo que hay con la música de Juan Gabriel, pero es una realidad que, en cualquier lugar en que estemos reunidos un grupo de latinoamericanos, apenas salta una canción de él, la mayoría empezamos a tararear, y la melodía nos invade a nivel celular.  Es la definición de la música popular.  La conocemos sin saber que la conocemos, ni cuánto, ni desde cuándo, ni porqué. Solamente está. Juan Gabriel retrata el sufrimiento y logra darle un aire de triunfo, cosa que mucha gente le critica, pero yo creo que, más allá de perpetu...